Carta Intima
Por Erwin Jr. Sanchez

Una vida detrás del sueño
Quiero contarles una parte muy importante de mi vida: el fútbol.
Un camino que muchos ven lleno de luces, pero que en realidad está marcado por obstáculos, sacrificios y lucha constante.
Desde niño soñé con ser jugador profesional. Lo que nunca me dijeron es que, para perseguir ese sueño, también tendría que aprender a vivir lejos de mi familia, perderme momentos únicos y dejar muchas cosas atrás.
Mi pasión nació gracias a mi papá, quien me llevaba con él a los entrenamientos. Él fue mi primer maestro. A los 12 años emprendí mi primer viaje de fútbol: la primera vez lejos de casa, con la ilusión como compañía y con la incertidumbre de lo que vendría. No fue fácil, pero entendí que era el precio de seguir persiguiendo mis sueños.
Tras varios años en la escuela de Milton Melgar llegó la oportunidad con la que tanto había soñado: debutar profesionalmente. Tenía 17 años. Mis padres, sin embargo, querían que primero asegurara un futuro académico. Me propusieron viajar a Estados Unidos con una beca de fútbol y terminar la universidad, y luego sí, volver a intentar el camino profesional.
Cuando terminé mis estudios, lo único que deseaba era lo mismo de siempre: jugar. Fui a pruebas donde me dijeron que no estaba listo. En otras, me ofrecieron un lugar en la reserva. También hubo discriminación y puertas cerradas, incluso por decisiones ajenas a mí. Pero un día Real Potosí me dio lo que tanto esperaba: la posibilidad de cumplir mi sueño.
El 8 de marzo de 2015 quedará grabado para siempre en mi memoria. Ese día, contra Universitario de Pando, pude debutar como jugador profesional. Fueron solo unos minutos en la cancha, pero para mí significaron el inicio de todo.
Hoy, al mirar atrás, entiendo que cada sacrificio, cada lágrima y cada “no” en el camino fueron necesarios para valorar aún más lo que significa vestir una camiseta profesional. Entiendo que nada de lo que logré hubiera sido posible sin mis padres. Gracias a ellos aprendí a perseverar, a mantenerme de pie cuando parecía que todo estaba perdido y a confiar en que el sacrificio tiene sentido. Mi papá me enseñó a amar este deporte, y mi mamá me enseñó a nunca rendirme.
El fútbol me dio un sueño, mi familia me dio la fuerza para alcanzarlo.
Hoy ese sueño se hace aún más grande con Mariana, con Lautaro, y con la ilusión del bebé que pronto llegará a nuestras vidas
Jr. Sanchez

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